LEY # 5

LA LEY DE E. F. HUTTON

Cuando un verdadero líder habla, la genteescucha

LOS LÍDERES JÓVENES Y SIN EXPERIENCIA por lo general entran con toda confianza a una sala llena de gente para luego descubrir que han juzgado mal la dinámica de liderazgo de la situación. ¡Eso me ha pasado a mí! Pero cuando me sucedió, la mayor parte de las veces al poco tiempo reconocí mi error. Ese fue el caso cuando presidí mi primera reunión de la junta directiva como líder joven. Ocurrió en la primera iglesia que dirigí en el área rural de
Indiana, exactamente después de haberme graduado de la universidad a la edad de veintidós años. Apenas tenía un mes de estar en la iglesia, y estaba dirigiendo a un grupo de personas cuya edad promedio era de cincuenta años. La mayoría de las personas que estaban en la reunión llevaban más tiempo en esa iglesia que yo de vivir. Fui a esa reunión sin ideas preconcebidas, sin orden del día —y sin la menor clave. Pensé que como era el líder asignado todos me seguirían. Con toda la sabiduría y el conocimiento de mis dos decenios de experiencia en la vida, inicié la reunión y pregunté si alguien ten¡a un asunto del cual hablar. Hubo una pausa breve mientras miré a todos en la mesa, y entonces un hombre de unos sesenta años llamado Claude aclaró su voz y dijo: “Yo tengo algo”. “Hable usted, Claude”, dije yo. “Bueno”, dijo él, “últimamente, cuando se toca el piano durante los cultos, percibo que está desafinado”. “Yo he percibo lo mismo”, dijo otro miembro de la directiva. “Presento la moción de que llamemos a un afinador de pianos de Louisville para que se encargue del problema”, dijo Claude. “Oye, esa es una gran idea”, comenzó a decir todo el mundo en la mesa. “Yo secundo la moción”, dijo Benny, el miembro de la directiva que estaba sentado al lado de Claude. “Qué bueno”, dije yo. “¿Alguien más tiene algo que decir?” 
“Sí”, dijo Claude, “el otro día noté que uno de los vidrios en uno de los salones de la escuela dominical está quebrado. Tengo la granja un pedazo de vidrio que quedaría bien allí. Benny, tú eres muy buen vidriero. ¿Por qué no colocas el vidrio?” “Seguro, Claude”, dijo Benny, “lo haré con mucho gusto”. “Bien, hay una cosa más”, dijo  Claude. “El picnic de este año. Estaba pensando que tal 
vez debemos hacerlo en el lago. Creo que sería bueno para los niños”.
“Oh, eso sería perfecto, ¡Qué buena idea!” comenzó a decir todo el mundo. 
“Hagámoslo oficial”, dijo Benny.

Todos asintieron con la cabeza y esperamos para ver si Claude tenía algo más que decir.
“Eso es todo”, dijo Claude. “Pastor, ¿por qué no cierra con una oración?” Y eso fue lo 
que hice. Ese fue casi todo el contenido de mi primera reunión de la junta directiva. Y 
también fue el día en que supe quién era el verdadero líder en esa iglesia. Yo ocupaba el
cargo, pero Claude tenía el poder. Fue así como descubrí la Ley de E. F. Hutton. 
Es probable que usted haya oído de E. F. Hutton, la compañía de servicios financieros.
Hace años, su lema era: “Cuando E. F. Hutton habla, la gente escucha”. Tal vez usted 
recuerda sus antiguos anuncios comerciales de televisión. Típicamente, el escenario era un 
restaurante concurrido u otro lugar público. Dos personas estaban hablando de asuntos 
financieros, y la primera persona repetía algo que su corredor de bolsa había dicho respecto 
a cierta inversión. La segunda persona decía: “Bueno, mi corredor de bolsa es E. F. Hutton, 
y E. F. Hutton dice…” En ese momento cada persona en el bullicioso restaurante paraba en 
seco, volvía el rostro, y escuchaba lo que el hombre iba a decir. Por eso llamo a esta verdad 
del liderazgo la Ley de E. F. Hutton. Porque cuando el verdadero líder habla, la gente 
escucha.


¿QUE PUEDO HACER? 
Después de mi primera reunión de la junta directiva, tuve que determinar cómo iba a 
manejar la situación en mi iglesia. Tenía varias opciones. Por ejemplo, pude haber insistido 
en mi derecho de estar a cargo. A través de los años he visto a muchos líderes por posición 
hacer eso. Dicen a su gente algo así: “¡Oigan, esperen! Yo soy el líder. Se supone que
ustedes deben seguirme”. Pero eso no funciona. Las personas tal vez se muestren educadas 
con usted, pero no lo seguirán realmente. Es similar a algo que la antigua primer ministro 
Margaret Thatcher dijo una vez: “Ser líder es como ser una dama. Si tiene que decirlo, 
entonces no lo es”. 
Otra opción hubiese sido tratar de sacar a Claude del liderazgo. Pero ¿cómo cree usted 
que hubiera resultado esto? El tenía más del doble de mi edad, había vivido en esa área toda 
su vida, y era respetado por todos en la comunidad. Era miembro de esa iglesia desde antes 
de que yo llegara al lugar, y todo el mundo sabía que él iba a permanecer allí mucho 
después de que yo me fuera. 
Escogí la tercera opción. Cuando se acercaba el tiempo de la siguiente reunión de la 
directiva, yo tenía una lista de cosas que sabía que era necesario hacer en la iglesia. De 
modo que una semana antes de la reunión programada, llamé a Claude para ver si podía ir a 
su granja y pasar algún tiempo con él. Y mientras hacíamos la labores juntos a lo largo del 
día, él y yo conversamos. 
“Claude”, le dije, “sabe, he notado que la puerta frontal de la iglesia está agrietada y se 
está descascarillando. Causaría muy mala impresión a cualquier persona que visitara la
iglesia por primera vez. ¿Cree que podemos hacer algo al respecto?” 
“Seguro”, dijo Claude, “no hay problema”. 
Continué: “El otro día bajé al sótano. ¿Sabía usted que hay agua allí? Cielos, hay ranas 
que brincan, renacuajos que nadan, y cangrejos de río que caminan por todas partes. ¿Qué 
cree que debemos hacer?” 
“Bueno, John”, dijo Claude, “creo que debemos tener un día de trabajo y limpiar todo el 
sótano”. 
“Esa es una idea excelente”, dije yo. “¿Puede sacar este tema a colación en nuestra 
siguiente reunión de la directiva?” 
“Claro que sí”. 
“Hay otra cosa que ha estado preocupándome”, seguí yo. “Ahora mismo sólo tenemos 
tres salones en el edificio además del auditorio. Uno se usa como depósito de un montón de 
chatarra. Los otros dos son para la escuela dominical, pero una de esas clases tiene 
demasiados niños y se está abarrotando”. 
“No diga nada más”, dijo Claude. “También limpiaremos ese salón”. 
“Oh, eso sería fantástico. Gracias, Claude”. 
En la próxima reunión de la directiva, cuando pregunté si había asuntos nuevos de que 
tratar, Claude dijo: “¿Saben?, creo que es hora de que tengamos un día de trabajo en esta 
iglesia”. 
“Esa es una gran idea”, comenzaron a decir todos en la mesa.
“Lo tendremos una semana después del sábado”, dijo Claude. Voy a traer mi camión, y 
Benny, trae el tuyo también. Vamos a pintar, limpiar el sótano, y sacar la chatarra del salón 
de depósito. Lo necesitamos para una clase de escuela dominical”. Entonces miró a uno de 
los miembros de la junta y dijo: “Y hermana Maxine, usted será la maestra”.
“Yo secundo eso”, dijo Benny; y eso fue todo.
A partir de ese momento, si yo deseaba hacer algo en la iglesia, sólo iba a la granja y
hacía algunas labores con Claude. Siempre podía contar con él para que pusiera sobre el
tapete las cosas, y cuando Claude hablaba, la gente escuchaba.

LOS OJOS LO DICEN 
Cuando aprenda la Ley de E. F. Hutton, no tendrá dificultad para descubrir quién es el 
verdadero líder en casi todas las situaciones. Por ejemplo, vaya a la reunión de un grupo de 
personas que no conozca y obsérvelas durante 5 minutos. Sabrá quién es el líder. Cuando 
alguien hace una pregunta ¿a quién mira la gente? ¿A quién esperan escuchar? La persona a 
la que miran es el verdadero líder. 
Haga la prueba. La próxima vez que esté en una reunión, observe alrededor de usted. 
Mire si nota la diferencia entre estos dos tipos de líderes:
Lideres por Posicion
Lideres Veraderos
Hablan primero
Hablan después
Necesitan la influencia del verdadero líder para que las cosas se hagan. 
Sólo necesitan su propia influencia para que las cosas se hagan, S
ólo influyen a los otros líderes por posición 
Influyen en todos en la sala 
Si nota una disparidad entre la persona que dirige la reunión y la persona que dirige a la 
gente, la persona que dirige la reunión no es el verdadero líder.

Nunca he sido el verdadero líder en ningún trabajo al comienzo, excepto en las
compañías que he fundado. Cuando acepté esa primera posición en Hillham, Indiana,
Claude era el líder. En mi segunda iglesia en Ohio, el verdadero líder era un hombre
llamado Jim. Y cuando fui a Skyline en San Diego, el personal seguía primero a Steve, no a 
mí. De modo que si usted está comenzando en un nuevo puesto y no es el líder, no deje que 
eso le moleste. La verdadera prueba de liderazgo no es dónde comienza sino dónde termina.


¿PODRÍA PONERSE DE PIE EL 
VERDADERO LÍDER?
Hace muchos años, había un juego llamado To Tell the Truth [Decir la verdad]. Funcionaba 
en la siguiente forma. Al comienzo del espectáculo, había 3 concursantes que decían ser la 
misma persona. Uno de ellos estaba diciendo la verdad; los otros dos eran “actores”. Había
un panel de jueces compuesto por celebridades. Estos jueces se turnaban para hacer 
preguntas a las 3 personas, y cuando se terminaba el tiempo, cada panelista adivinaba cuál 
de las 3 personas estaba diciendo la verdad. Muchas veces los actores fanfarroneaban tan 
bien que engañaban a los panelistas y al público. 
Cuando se trata de identificar a un líder, la tarea puede ser mucho más fácil —si 
recuerda qué cosas está buscando. No escuche las afirmaciones de la persona que profesa 
ser el líder. En vez de eso, observe las reacciones de la gente alrededor que rodea a esa 
persona. La prueba del liderazgo se encuentra en los seguidores. 
Piense en las reacciones que obtienen ciertas personas cuando hablan. Cuando Alan 
Greenspan habla ante el Congreso, todo el mundo escucha. Cuando se prepara a hacer una 
declaración sobre tasas de préstamos, toda la comunidad financiera deja de hacer lo que 
está haciendo. Es algo muy parecido a los antiguos comerciales de E. F. Hutton. Cuando 
Martin Luther King Jr. estaba vivo, obtuvo un respeto increíble. No importaba dónde ni 
cuándo hablara, la gente —blancos y negros— escuchaba. Hoy Billy Graham recibe un 
respeto muy similar debido a su integridad incuestionable y a toda una vida de servicio. Por 
casi cincuenta años, los líderes mundiales han prestado atención a su consejo. Cada 
presidente de los Estados Unidos desde Harry Truman ha buscado su liderazgo y su sabio 
consejo.


La Ley de E. F. Hutton se revela a sí misma casi en todo tipo de situación. Leí una
historia acerca del antiguo jugador de la NBA [National Basketball Association-Asociación
Nacional de Básketbol] Larry Bird que ilustra esto muy bien. En los segundos finales de un
juego muy intenso, el director de los Celtios de Bostón, K. C. Jones, pidió una interrupción. 
Reunió a los jugadores a un lado de la cancha, diagramó una jugada, y Larry Bird dijo: 
“Pásenme la bola a mí y quiten a todo el mundo de mi camino”. 
Jones respondió: “Yo soy el director, ¡y yo decido las jugadas!” Entonces se volvió a 
los otros jugadores y dijo: “Pasen la bola a Larry y quítense de su camino”.1 Esto solamente 
muestra que cuando el verdadero líder habla, la gente escucha.

LAS PERSONAS SE CONVIERTEN EN 
VERDADEROS LÍDERES POR… 
¿Cómo los líderes llegan a ser los verdaderos líderes en sus grupos? Como expliqué en el 
capítulo de la Ley del Proceso, el liderazgo no se desarrolla en un día. Tampoco el 
reconocimiento de una persona como líder. Con el transcurso del tiempo, 7 áreas clave que 
se revelan en la vida del líder son las que lo ayudan a avanzar como tal:


1. CARÁCTER—QUIENES SON 

El verdadero liderazgo siempre comienza con la persona interior. Por eso es que alguien
como Billy Graham puede atraer más y más seguidores con el paso del tiempo. La gente
puede percibir la profundidad de su carácter.

2. RELACIONES—A QUIENES CONOCEN
Usted sólo es líder si tiene seguidores, y eso siempre requiere el desarrollo de relaciones —
mientras más profundas sean las relaciones, más fuerte es el potencial para el liderazgo.
Cada vez que yo comenzaba en un nuevo puesto de liderazgo, comenzaba a entablar
relaciones inmediatamente. Entable suficientes buenas relaciones con la gente adecuada, y 
usted puede llegar a ser el verdadero líder en una organización.


3. CONOCIMIENTO—LO QUE SABEN
La información es vital para un líder. Usted necesita comprender los hechos, saber los
factores envueltos, y tener una visión para el futuro. El mero conocimiento no hará líder a
nadie, pero no se puede ser líder sin el mismo. Siempre pasaba mucho tiempo estudiando 
antes de tratar de dirigir una organización.

4. INTUICIÓN—LO QUE SIENTEN
El liderazgo exige más que un simple dominio de datos. Demanda la capacidad de manejar
muchas cosas intangibles (como explico en el capítulo de la Ley de la Intuición).

5. EXPERIENCIA—DONDE HAN ESTADO
Cuanto más grandes hayan sido los retos que ha enfrentado en el pasado, tanto más
probabilidad habrá de que los seguidores le den una oportunidad. La experiencia no 
garantiza la credibilidad, pero motiva a las personas a darle una oportunidad de probar que 
es capaz.


6. ÉXITOS PASADOS—LO QUE HAN HECHO 
Nada convence mejor a los seguidores que un buen historial. Cuando fui a dirigir mi 
primera iglesia, no tenía historial. No podía señalar buenos éxitos pasados que hicieran que 
la gente creyera en mí. Pero cuando fui a mi segunda iglesia, ya tenía unos cuantos. Cada 
vez que me esforzaba, corría un riesgo, y tenía buen éxito, los seguidores tenían otra razón 
de confiar en mi capacidad de líder—y escuchar lo que yo tenía que decir.


7. CAPACIDAD—LO QUE PUEDEN HACER
Lo básico para los seguidores es lo que el líder sea capaz de hacer. Esa es la razón principal 
de que la gente lo escuchará y lo reconocerá como su líder. Tan pronto dejen de creer que 
usted puede rendir, dejarán de escucharlo.


CUANDO ELLA HABLABA… 
Cuando usted domina la Ley de E. F. Hutton, usted se da cuenta de que la gente escucha lo 
que alguien tiene que decir, no necesariamente por la verdad que está siendo comunicada 
en el mensaje, sino por respeto al orador. 
Recordé esto nuevamente cuando leí algo acerca de la Madre Teresa. La mayoría de las 
personas la imaginan como una mujer pequeña y frágil, dedicada a servir a los pobres. Y 
eso era. Pero también era una verdadera líder. Lucinda Vardey, que trabajó con la Madre
Teresa en el libro The Simple Path [El camino sencillo], describía a la monja como “la 
quinta esencia, empresaria dinámica, que había percibido una necesidad y había hecho algo
al respecto, que contra viento y marea había levantado una organización, formulado la
constitución de la misma, y establecido sucursales en todo el mundo”. 
La organización fundada y dirigida por la Madre Teresa se llama Misioneras de la 
Caridad. Mientras otras órdenes vocacionales de la iglesia católica decaían, la de ella creció
rápidamente, hasta tener más de cuatro mil miembros durante toda su vida (sin incluir la
gran cantidad de voluntarios). Durante su dirección, sus seguidores sirvieron en veinticinco 
países en 5 continentes. Sólo en Calcuta estableció un hogar para niños, un centro para 
personas con lepra, un hogar para personas moribundas y desvalidas, y un hogar para gente 
que sufre de tuberculosis o de trastornos mentales. Este complejo tipo de organización sólo 
puede ser creado por un verdadero líder.La autora y antigua escritora de discursos 
presidenciales, Peggy Noonan, escribió acerca de un discurso que dio la Madre Teresa en el 
Desayuno Nacional de Oración en 1994. Noonan dijo: 
La clase dirigente de Washington estaba allí, más unos cuantos cristianos nacidos de 
nuevo, católicos ortodoxos, y judíos. La Madre Teresa habló de Dios, de amor, de la 
familia. Dijo que debemos amamos unos a otros y preocupamos unos por otros. 



Muchos 
mostraron estar de acuerdo. 
Pero cuando el discurso continuó, se volvió más crítico. Habló de padres infelices en 
los asilos de ancianos que están “heridos porque han sido olvidados”. Ella preguntó: 
“¿Estamos dispuestos a dar hasta que nos cueste a fin de estar con nuestras familias, o 
ponemos primero nuestros propios intereses?” 
Las personas entre cuarenta y cincuenta años de edad que estaban en el auditorio 
comenzaron a moverse en sus asientos. Y la madre continuó. “Creo que hoy el mayor 
destructor de la paz es el aborto”, dijo ella, y les explicó por qué en términos intransigentes. 
Por unos 1, 3 segundos hubo silencio, luego los aplausos barrieron la sala. Pero no todos
aplaudieron; el presidente y la primera dama, el vicepresidente y su esposa parecían
estatuas de cera del museo Madame Tussaud sin mover un solo músculo. Pero la Madre 
Teresa tampoco se detuvo allí. Cuando hubo terminado, casi todos los concurrentes habían 
sido ofendidos.2 
Si casi cualquier otra persona del mundo hubiese hecho esas declaraciones, las 
reacciones del público hubieran sido abiertamente hostiles. La gente habría abucheado, 
insultado, o salido de la sala intempestivamente. Pero la oradora era la Madre Teresa. 
Probablemente era la persona más respetada del mundo en ese tiempo. De modo que todos 
escuchaban lo que ella tenía que decir, aunque muchos estuviesen en completo desacuerdo 
con lo que decía. De hecho, cada vez que la Madre Teresa hablaba, la gente escuchaba. 
¿Por qué? Ella era una verdadera líder, y cuando el verdadero líder habla, la gente escucha.
Ahora le pregunto lo siguiente: ¿Cómo reacciona la gente cuando usted comunica?
Cuando usted habla, ¿la gente escucha —quiero decir, escucha realmente? O espera
escuchar a otra persona antes de actuar? Usted puede descubrir mucho acerca de su nivel de 
liderazgo si tiene el valor de hacerse esta pregunta y responderla. Ese es el poder de la Ley 
de E. F. Hutton.

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